Mi servicio social consistió en pasar los sábados leyendo y escribiendo sobre el amor. El texto resultante, de unas 80 cuartillas, exploraba el concepto desde la filosofía y otras logías igual de divertidas. Uno esperaría que aprendiera algo valioso sobre el amor.
Ay, mi estimado Daniel. ¡Ay!, parece responder mi mejor amiga a la suposición anterior, cada vez que le hablo de mi incursión en facebook citas. De lo ridículo a lo simplemente bochornoso, todo lo que le digo es una pavada. Al amor se le conoce espontáneamente, me dice. Y es probable que tenga razón.
También es cierto que si existiera un record para la persona más socialmente retraída, a la socialmente más incómoda, me lo darían a mí (y de paso, quizá, uno a la persona más exagerada, aunque con justa razón para serlo).
Como sea, lo que al principio (mientras hacía el perfil) fue una sana curiosidad por ver cómo me iba en esto del amor gracias a internet, se convirtió muy pronto (apenas vi el primer perfil de otro) en un observatorio de discursos de presentación en el arte del amor. ¿Qué dice la gente de sí misma? ¿Qué esperan que les digas? A lo mejor haber visto más de 3,500 perfiles me ayuda a llegar a una respuesta. O a lo mejor me resulta tan útil como aquel texto de 80 cuartillas.
I
«No necesito escribir nada de mí. Soy demasiado guap@ para dar explicaciones».
Facebook citas está lleno de perfiles que se bastan a sí mismos con una fotografía. Un nombre y una foto deben bastar, parecen decirnos sus propietarios. Del medio centenar de «Me interesas» que recibí, ninguno de ellos le pertenecía a una persona dueña de un perfil como ése. Tengo la hipótesis de que esas personas esperan a que los otros caigan como moscas, o practican el arte del desinterés cool: para qué escribir algo sobre mí, o sea, si quieren saber que me escriban. Pensaría cualquier otra cosa, de no ser porque, casi siempre, la única foto que acompaña esos perfiles tiene todo lo que se puede esperar de una foto de instagram: actitud calculadamente relajada, ojos chiquitos con el fin de ser provocadores o misteriosos y algún fondo peculiar, como una playa o el sitio al que viajaron hace 10 años pero que siguen usando porque ese viaje será lo mejor de sus vidas. Lo más curioso de estos perfiles es que asumen de lleno, con su desinterés calculado, que facebook citas es un asunto de oferta y demanda, un catálogo de rostros que esperan que les llames por sexo.
Todavía no me decido si son los más honestos o los más cínicos.
II
«Tengo traumas muy severos que oculto siendo muy específico en qué tipo de personas no quiero en mi vida».
Una acotación: no. Es probable (muy probable) que no haya trauma de por medio. Sin embargo, hay quien escribe listas de antemano con el fin de anunciarles a los demás las razones por las que van a rechazarlos. «No estoy para soportar dramas, ni personas que no se callan y que quieren que uno los escuche hasta entrada la noche». Una descripción así es tan especifica que es imposible pensar que es así por pura casualidad. Entre más específicas son las listas, más uno se pregunta cómo le habrá ido en la feria al pobre desdichado en cuestión. «No fiestas. No alcohol. No quiero que fumen en casa, ni quiero encontrar las colillas en el baño». Las colillas en el baño son un detalle difícil de imaginar, pero de fácil recuerdo. Toda lista de rechazo es una lista de amores pasados. Hay algo profundamente triste en delimitar con tal puntillismo los NO, uno imagina al autor de la lista recordando lo que una vez lo hizo feliz y diciéndole NO.
III
«Estoy desesperado porque me contactes, así que voy a cubrir todos los flancos de mí mismo en una única descripción de 1,000 palabras».
Hay descripciones que, de tan precisas, de tan explayadas, dan la impresión de haber salido de alguno de esos libros adolescentes en los que cada dos páginas el autor se siente en la necesidad de repetirte que el personaje es «bello» (sí, Crepúsculo, te estoy hablando a ti).
La más común de de las reiteraciones puntillistas cae sobre la honestidad: «Soy una persona muy honesta. Me gusta decir la verdad, porque la verdad es importante en una relación de pareja. No me gustan las personas que no son honestas. Repudio la deshonestidad….» and so on and so on (diría Zizek). La descripción, más que ayudar a conocer el detalle que quiere ser expuesto (por ejemplo, que la persona es honesta), uno se pregunta si tanta reiteración no se debe a una necesidad por creerselo a sí mismo. O sea, que a lo mejor luego de repetir 100 veces que se es honesto (como si se invocara a un demonio repitiendo su nombre, Soy honesto, Soy honesto, ¡Soy honesto!) se llega a serlo realmente. Uno nunca sabe. En última instancia, quién expone demasiado peca de romper el misticismo del romance y del deseo. Lo que se sabe de antemano no se desea, porque no hay intriga, no hay conflicto, no hay tensión. Casi siempre, estos perfiles se acompañan de no una, sino cinco fotografías, dos preguntas, confesiones. Vamos, sólo les falta decirnos el número de su tarjeta de crédito y cuándo fue la última vez que visitaron al dentista.
IV
«¿Tienes un minuto para hablar de los aliens que roban bebés para usarlos como muñecos?».
El tipo más raro de todos es el que, revelando poco en su perfil, lo hace de tal modo que a uno se le queda grabado en la memoria como una advertencia acompañada de fascinación. Uno de los perfiles más peculiares que recuerdo decía «Somos bolsas de carne. Asumiendo que eso es verdad, yo podría donar mis órganos. Solo soy una bolsa. ¿Alguien los quiere?». Son sujetos tan peculiares que es difícil saber si están en la aplicación porque de verdad buscan pareja (no sería ninguna sorpresa su soltería) o porque les fascina la simpleza de los otros discursos y deciden, como un juego, llegar y alterar las reglas discursivas. La lista, pese a ser corta (unos 15 perfiles de más de 3,500), está compuesta de discursos memorables: el que se ofrecía como muñeco vivo para experimentar con posesiones demoníacas, el que se describía como una bola calva esperando calor para que le brotara cabello otra vez, el que escribió que buscaba el amor pero que como no lo había encontrado ahora se conformaba con recibir mensajes de odio. Si algo les reconozco a estos individuos es su originalidad: no se hacen los misteriosos al ocultarse, ni dicen lo que no quieren, ni lo que son. Exponen un punto rarísimo de la realidad, se fijan en un detalle extraño que nos obliga a prestarles atención de un modo que más que deseo o atracción, se parece a la fascinación intelectual.
V
Junto al medio centenar de «Me interesas», recibí unos 10 mensajes solamente. De los 10, quizá 9 eran «Hola» y algún emoticón. El otro era un «Guapo» y no más. De los 3,500 perfiles que tuve la oportunidad de ver, sólo le escribí a tres.
Mi perfil reza: «Uso mis habilidades como escritor para escribir mensajes personalizados que siempre fracasan en facebook citas», y básicamente resume la experiencia de mis intentos.
Mi mejor amiga dice que el problema está en que no escribo cosas como, por ejemplo, Hola, ¿vamos por unas chelas?, y quizá (muy probablemente) tenga razón. No sé. Hoy me dijo que el problema es que muchísima gente es aburrida. Tampoco sé. No sé nada, vaya.
¿De qué hablamos cuando hablamos del amor? De facebook citas no, definitivamente. A veces pienso que ni siquiera de la gente.
Al menos me divertí.
Que facebook parejas haya comprado publicidad en tu blog habla sobre lo hermosos que son los algoritmos.
Espero que te hayas divertido con tu juego del museo: Ver no tocar.
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¿Quién dice que no toqué?
Saludos.
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