Caravana

Cuento publicado en Revista Cultural Contrasentido (Noviembre, 2015.)

Una señora veía por la ventana mientras yo me fijaba en su piel como pétalos, igual que las flores. Las llevó entre sus manos para sus muertos: los de ella y del hombre a su lado, un viejo que pronto se quedaría allá a donde iban todos.

Los niños, nietos probablemente, llevaban cada cual un ramo sin convencerse de lo que hacían. Para ellos, lo vi en sus ojos, sólo eran bulto que debían cargar todo el trayecto como un mandado; bien pudieron ser clavos, verdura o cadáveres. Quizá habrían dado mayor importancia a lo que traían si tan sólo temieran a la muerte, si se supieran a nada de morirse como esos a los que visitaban con flores. Pero los niños, esos que saben que la muerte existe, no le temen; dicen que ellos no se van a morir o que si se mueren no pasará nada, que creen en un cielo o algún paraíso sacado de un cuento para infantes. También están los cínicos, que admiten con orgullo que van a ser comida de gusanos y que no hay nada esperando, en sitios de otros mundos y universos paralelos (con dioses que ya no están observándolos).

Cuando al fin se bajaron lo hicieron como una caravana.

Los vi peregrinar uno detrás de otro, del más viejo al más joven, preguntándome si acaso sería ella (la vieja, aunque no tan vieja como el hombre) quien debiera enterrar a los niños que la seguían como al pie de guerra. El país está lleno de balazos que caen del cielo como dulces de una piñata.

Después observé con detalle la mirada del viejo, fija en las criaturas que sostenían las flores. Había cierta añoranza, como de ansias de morirse para ser recordado un día, de que le lleven flores, de que importe sobre la tierra o bajo ella.

A esas alturas, con todo lo que había pasado ya, de poco importaba dónde estuviera. El olvido es insoportable para cualquiera.

Pintura: Nicola Samori

12 comentarios sobre “Caravana

  1. Amigo Daniel, después de unas semanas sin leerte vuelvo a uno de tus relatos. Me ha gustado mucho, como siempre un montón de resortes psicológicos en una escena más o menos cotidiana. Inquietante, como cada vez que al «explicar» a tus personajes nos conduces a lo inexplicable, y hermoso, como el sujeto de tus relatos: el ser humano. ¡Un abrazo!

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    1. Hace medio mes que dejé mi blog, pero hoy (o más bien ayer, que en mi país se celebra el día de muertos) me ha dado por compartir una narración acorde al sentimiento que me recorrió el día entero. Definitivamente lo cotidiano me parece todo menos eso (lo que se entiende por cotidiano), y es una de las razones por las que disfruto tanto escribir. Siento como si dejara una ventana entreabierta a lo que veo y que no sé decir de otro modo.
      A todo eso, me da gusto que te parezca hermoso. Mucho gusto en verdad.
      Un abrazo, amigo Augusto. Me da gusto saber de ti. Espero te vaya de maravilla a ti en lo personal y a dueto (que tanto me gustó cuando los escuché).

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  2. Ya te echaba de menos….echaba de menos estos relatos tuyos que te llevan a reflexionar sobre infinidad de temas. Me encantan tus comparaciones que incluso sobrepasan el sarcasmo. Un saludo volando a México!!

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  3. Para mi la frase: «El país está lleno de balazos que caen del cielo como dulces de una piñata» abre la historia hacia lugares por explorar y de los que el lector (espectador) querría saber más.
    Este texto me ha parecido la introducción a una historia mucho más compleja. El narrador (observador) utiliza una situación aparentemente normal para introducir un tema mucho más amplio, y de tintes no tan simples como aparenta.
    Evidentemente podría ser la introducción de una novela, pero yo he visualizado el prólogo de una película, que engancha al espectador desde el principio. Posíblemente porque soy más del mundo de la imagen, pero en todo caso, película o novela me ha encantado.
    Un abrazo desde España, Daniel.

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